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  1. Entrevista en La Nación a Constancio Vigil, empresario y exgerente de Editorial Atlántida, nieto del fundador, que manejó la empresa periodística y multimedios más importante del país junto a sus tres primos. En la actualidad vive en Uruguay y posee el multimedios Chacra, con una revista y canal de TV (prácticamente, el único competidor de Canal Rural). Hasta el 2020, Chacra TV Noticias se emitió de lunes a viernes en la mañana de El Nueve.

     

    Atlántida fue propietario, en distintas épocas, de Canal 13 y Telefe. Vigil cuenta muchos detalles interesantes:

    Spoiler

    -¿Por qué deciden entrar en un momento en el negocio de la TV?

    -En ese entonces Canal 13 era líder absoluto del rating. Nosotros queríamos poner avisos y no entraban porque no había lugar. Y para vender revistas era muy importante tener avisos en televisión. Le compramos el 14% al señor Goar Mestre con opción de llegar hasta el 50% y a partir de ese momento nadie nos rechazó un aviso más porque éramos medio dueños. Ponemos un millón de dólares en 1971 y a los seis meses nos llama Mestre. Vamos los cuatro primos y nos dice que necesitaba ayuda porque el negocio no estaba caminando bien, perdía rating y estaba apretado por los canales 11 y 9. Yo me trasladé a Canal 13 y nunca en mi vida trabajé tanto como en esos años. Al poco tiempo pusimos al canal primero de vuelta.

    -Me imagino que la adrenalina televisiva es mayor que el de las revistas…

    -Las respuestas a cómo andaba cada revista las tenía a la semana. En cambio, el rating es una locura. Y en esa locura nos faltaba una estrella como Tato Bores, que estaba en Canal 11. Vivía en la esquina de mi casa, en Cavia y Castex. Me contó que estaba chocho con su contrato, que incluía pasajes a Europa y, como lo auspiciaba Peugeot, le daban una unidad nueva todos los años. Póngale que me dijo que ganaba 50.000 dólares por mes. “Buen contrato −le digo−, pero nosotros podemos ofrecer 150.000″. Tato salía todos los días a caminar, agarraba Figueroa Alcorta hasta River y volvía. Pero yo lo veía a la tarde desde el balcón de mi casa que daba vueltas y vueltas a la Plaza Alemania. Es que estaba preocupado y no sabía qué hacer. Sebastián, uno de sus hijos, me contó que el padre llamó a su gran amigo, Alberto Olmedo, que ya trabajaba en el 13, y que le dijo: Tienen guita; a mí me pagan todos los 31. Y así, Tato Bores se pasó al 13.

    -Pero lo bueno dura poco y con la llegada del peronismo al poder, en 1973, los canales primero fueron intervenidos y tras la muerte de Perón directamente estatizados y tomados por la fuerza. ¿Qué hicieron ustedes?

    -En el 74 me había ido al Mundial de Alemania. Cuando muere Perón, mis primos me dicen: No volvés a Canal 13; esto va para mal. Y al poco tiempo invadieron Canal 13. Mestre nos dijo que iba a iniciar la Operación Rescate, si queríamos ser parte, para lograr que nos devolvieran lo que nos habían sacado, pero llegamos a la conclusión que no nos convenía estar peleando con López Rega, Isabel y toda esa locura porque a lo mejor hasta nos sacaban Atlántida y resolvimos no participar. Finalmente, cuando Mestre logró que los militares le pagaran, nos dio el millón de dólares que habíamos puesto. Nosotros resolvimos que teníamos que tener algo en otro lado y resolvimos fundar una empresa en España que compraba derechos de libros en América Central, México, Estados Unidos y el Cono Sur. Duró hasta el 78. Después nos dimos cuenta que cometimos un error brutal en no seguir.

    (...)

    -En los noventa, tienen la revancha en la TV y Editorial Atlántida es parte clave fundadora de Telefé. Pero no todo fue tan fácil al principio. ¿Por qué?

    -Nos metimos de vuelta en la TV, que era otra plata. Armamos un grupo con los canales del interior, Soldati, Zanón, la Universidad de Belgrano y Miguel Madanes. El único que tenía cierta idea era Aníbal; el caño con la gente lo teníamos nosotros. David Ratto, nuestro amigo y agencia, nos cita a Aníbal y a mí el 8 de diciembre de 1989 para decirnos que el canal ya estaba otorgado, que así como Clarín se hizo de Canal 13, el 11 también ya tenía dueño. Nos aconsejó que fuéramos a ver a Menem. Gracias a Renée Salas, que había hecho una nota con Menem en Olivos, y que había quedado en muy buena relación con al mayordomo de la quinta, logró que Menem nos recibiera ese domingo, al mediodía, en Olivos. Vamos y mientras estábamos esperando, se asoma Zulema [Yoma] y nos dice: ¿Qué hacen ustedes acá? Si van a hablar con Carlos Menem espero que le cuenten de los delincuentes que tiene alrededor. Se va, al rato llega el Presidente, que pide que lo llamemos Carlos, y a mí de entrada me dice muñeco, hablamos un poquito de River, charlamos un rato. A Aníbal no le salían las palabras porque había que decirle al Presidente que estábamos preocupados porque nos habían dicho que el canal ya estaba entregado. Se le cambió la cara. ¿Quién es el sinvergüenza que puede decir una cosa así? −nos dice Menem − porque yo les aseguro que si ustedes hacen las cosas bien van a tener el canal. Se entera que jugamos al tenis y nos invita a jugar. Ese mismo día, reunión, almuerzo y tenis en Olivos en dobles: Menem con su profesor contra Aníbal y yo. A partir de ahí aparezco jugando al tenis varias veces con Menem. Más serio que yo, además con revistas de opinión, Aníbal no podía vincularse tanto como yo, que tenía El Gráfico, y afinidades por el fútbol y River.

    -¿Engancharon rápido?

    -Rápido, pero mucho. Terminé siendo amigo. Iba prácticamente todos los días a Olivos. Hasta subí dos veces a su dormitorio cuando estaba enfermo. Yo terminaba en Telefé a las ocho de la noche y en vez de irme a mi casa agarraba y me iba a Olivos. El día que a él le hace el reportaje la chilena [Cecilia Bolocco] la invitó a comer y me invitó a comer a mí también.

    (...)

    -La Editorial Atlántida era un portento hacia fines de los 80: seis revistas superexitosas, libros de mucha venta, propietaria de una librería muy concurrida, editora de videos y dueña de un centro integral para la mujer, con un volumen global de 41 millones de dólares y 1600 personas empleadas. ¿Qué pasó con ese imperio, en las décadas siguientes, que se fue partiendo en pedazos y extinguiendo. ¿Murieron las revistas?

    -Primero la televisión mata a las revistas; después, las redes sociales. Creo que en el mundo las revistas han pasado a ser mucho menos de lo que eran antes. Cuando muere Aníbal, en 1994, yo tomo la posta en representación del grupo Atlántida, propietaria del 14,5% en Telefé, y dejo al hijo de Aníbal a cargo de Gente y a mi hijo Costi, de El Gráfico, mientras yo me voy a la televisión. A los dos meses, el hijo de Aníbal promueve en Gente una nota contra Menem. La paro, se arma un despelote muy grande y en reunión de directorio se decide que no salga. El chico va a la casa, le cuenta a la madre y ella dice que no quiere seguir en Atlántida. Le compré yo las acciones. Aníbal tenía el veintipico, yo tendría el 16. El chico afuera y yo me quedo con más poder dentro de Atlántida. Me meto más en la televisión y ahí veo también que era un monstruo que estaba bastante mal manejado y yo había aprendido mucho con Mestre. Al poco tiempo le compro a Porto su 14,5% a medias con Soldati, pasamos a tener 21 y después le compro a Soldati. Atlántida no tenía tanta plata y con Víctor González, mi mano derecha, armamos ATCO (Atlántida Comunicaciones): 40% Constancio Vigil, 30% Telefónica de España, 30% Citicorp. Todo eso era para luchar contra Clarín. La locura de Gustavo Yankelevich era por el rating y nosotros siempre fuimos primeros contra el 13. Telefónica, una empresa monstruosa mundialmente, para apoyarlo a José María Aznar compra medios en España y en esa locura también quieren tener algo en América Latina. Y para quedarse con todo pagaron doce veces el ebitda, que quiere decir la utilidad operativa del negocio, lo que se gana en un año, y ese año ATCO ganó 100 millones de dólares, por lo cual pagaron 1200 millones de dólares. Se llevaron Telefé, Canal 9, Radio Continental y doce estaciones del interior del país, y nosotros nos quedamos con Atlántida hasta que, tres años después, la compró Televisa.

    Nota completa: 

    WWW.LANACION.COM.AR

    Fue por décadas testigo y protagonista del poder. “Tuvimos la oportunidad de salir adelante y la desperdiciamos”, dice desde Uruguay - LA NACION

     

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